Norman Agnar

Acerca del Autor

Soy Norman Agnar el poeta cotidiano. Escribo lo que mis sentidos me indican, mis pasiones y las ajenas. Me considero el poeta más anónimo, pues solo me he dedicado a escribir sin publicar nada.

Apenas ahora a la fecha en que esto escribo, pienso que debí enviar mis escritos a concurso o buscar alguna editorial que creyera en mis cosas. De todos modos, no es que sea un escritor consumado, pues, comencé a escribir en el 2.000, lo cual es muy tarde si se tiene en cuenta que tengo setenta años. 

Dada la lucha por la supervivencia que nos toca afrontar, debemos primero atender a los retorcijones del estómago, y luego ver qué tiempo queda para hacer lo que nos gusta; y en ese sentido es mi deber envidiar a quienes pudieron vivir de su arte, cualquiera que éste sea. Eso se llama realización, la cual fue ajena para mí. Luego que creí tener algunos temas de la vida resueltos, empecé a escribir, o ¿sería luego de estructurar mi tiempo? En fin. 

Fue mi hijo el abogado quien me ha apoyado, quien un día postrado en cama, mientras la daba la sopa en la boca, me pidió que le hiciera un poema contando su infortunio. Yo le hice algo que creí bien y se lo leí al borde del lecho, a él le pareció bonito; o ¿lo dijo por el respeto que cree deberme? De todos modos, me sentí muy importante cuando me pidió el escrito, y casi un héroe cuando se lo leí. Eso fue en el año de 2000. 

A partir de ahí no he parado de escribir de manera cotidiana; pero, no por esto me considero poeta cotidiano; no, no es por eso, es porque escribo sobre lo cotidiano, el día a día, que sucede a mi alrededor, lo que creo que otros piensan o sienten cuando les está sucediendo un hecho; pero también mezclo mis sentimientos con el tercero que me inspira, y a veces salen enseñanzas para que la gente las use y no les pase lo que ya les pasó.

Tengo sesenta títulos de libros de poemas por publicar; una novela El Receso, y dos libros de cuentos: Cuentos de Verano y Cuentos de Invierno que amenazan con convertirse en una saga. Todo lo mío es anónimo hasta mi nombre que es Norman Dampár Agnar Agudelo Naranjo. Nací en Medellin, en octubre 8, hace setenta años, como ya dije, y espero vivir para ver mis obras publicadas, y no solo publicadas sino leídas. 

Lo que más anhelo es tener al menos un lector, por eso escribí esto: PERRO INQUIETO. Un poeta es un perro / callejero y hambriento / que, parado en la puerta / de un negocio / alebrestado mira la mesa  / donde parten la carne / esperando un trozo de lector.

Pero, en honor a la verdad, debo decir, cuando contaba veinte años, me gané un concurso de poesía con el poema “Cuando el ocaso se aproxima”, el cual cuenta la historia de una madre que se queda sola luego de batallar por criar diez hijos. Recuerdo que eran las ocho de la noche, y a mis manos cayó un periodo de ese día domingo que anunciaba el cierre para el día siguiente, del “Concurso Amor” promovido por la Fundación Banquete de la Fe, la cual todavía existe. Entonces, me quedé sentado en mi escritorio, saqué una hoja y redacté el poema. 

El premio fue un juego de alcoba, que me cayó del cielo porque al año siguiente me casaría con Amparo Mejía. Después de este poema pude haber hecho otros diez más, incluyendo un libro sobre la salud, pero nunca tomé en serio la escritura, porque siempre me pareció difícil vivir de la literatura, hasta ahora. Por eso me parece tan exótico que haya gente que vida de escribir, que no paran de dar conferencias, firmar autógrafos y dedicatorias; y también de recibir regalías; debe ser que lo hacen espléndido.

Hace una semana, escribí a “Poemia”, una editorial ecuatoriana y tuve el arrojo de solicitar cotización para mi primer libro de 200 paginas al que llamé “Canto general de la salud” el cual es un poema con rima estricta; les pasé la información y ellos muy prestos me cotizaron la edición del libro en $89.000 cada uno, y muy queridos también, me asesoraron en el precio de venta, aconsejándome que lo podría vender en $90.000. Me pareció fantástico porque con mil de ganancia es mucho lo que puedo comprar, sobre todo si se tiene en cuenta que estamos hablando de pesos colombianos. 

Esta cotización me confirmó que de verdad es difícil vivir de la escritura, sobre todo, si tienes que ir en un coche a la editorial a recoger los 500 libros, y salir con ellos bajo el brazo a ofrecerlos, ¿quién compra un libro de poemas por $90.000? Si fuese un libro de medicina, demás que el estudiante lo compraría para no perder el examen. Por esta razón y tantas más es que he decidido crear mi propia pagina web, con el ánimo de colgar allí mi inspiración y quien desee leer, pues que lea, sin ningún costo. Espero que disfruten mucho de lo que escribo y también, sus comentarios que estaré leyendo con avidez, pues de la crítica nace la perfección.